El Ejército de Liberación Nacional (ELN) es la última verdadera insurgencia de Colombia y una de las organizaciones criminales más poderosas de América Latina. Con su expansión y fortalecimiento en Venezuela durante los últimos años, se ha constituido como una guerrilla binacional.

Originalmente, el ELN era un movimiento nacionalista influenciado por la revolución cubana, enfocado en el secuestro, la extorsión, y en atacar a la infraestructura petrolera. Aunque evitó el tráfico de drogas por décadas, desde los últimos años está profundamente involucrado en el narcotráfico a nivel internacional.

Hoy en día, el ELN está conformado por más de seis mil integrantes, incluyendo redes de milicianos infiltradas en la población civil. Esa fuerza se distribuye entre Colombia y Venezuela, pero sus objetivos en cada país son muy distintos. Tradicionalmente, en Colombia el ELN se ha enfocado en enfrentar al Estado en una revolución armada y en confrontar a otros grupos armados, mientras que en Venezuela actúa más como una fuerza paramilitar en apoyo del gobierno de Nicolás Maduro.

A pesar de sus intereses criminales en ambos lados de la frontera, los principales comandantes del ELN mantienen una agenda política, participando en varias rondas de negociaciones con el gobierno colombiano a lo largo de los años. 

Historia

El ELN nació en los años sesenta, cuando Colombia se recuperaba de un sangriento periodo de violencia política y cuando diversos movimientos sociales e intelectuales se vieron influenciados por la Guerra Fría y la Revolución Cubana.

Los segmentos más radicales de estos movimientos se unieron en julio de 1964 para formar el núcleo del grupo guerrillero. Una pequeña insurgencia armada comenzó a entrenarse en San Vicente de Chucurí, un pueblo en el este de Colombia, a menos de 400 kilómetros de la frontera con Venezuela.

El 7 de enero de 1965, el grupo llevó a cabo su primer gran ataque: la invasión de Simacota, un pequeño municipio del departamento colombiano de Santander. Allí anunciaron oficialmente su creación bajo el liderazgo de Fabio Vásquez Castaño.

Desde sus inicios, el ELN fue una organización altamente ideológica, que combinaba la doctrina marxista-leninista con la teología de la liberación: un movimiento religioso católico inspirado en las luchas contra la desigualdad en América Latina. Algunos de los miembros iniciales del ELN tenían vínculos directos con la Iglesia católica.

Pero el grupo sufrió una serie de derrotas militares después del ataque a Simacota que lo dejaron al borde de la aniquilación. Una ofensiva militar en 1973, conocida como “Operación Anorí”, acabó con gran parte del grupo y debilitó su estructura de mando. Esto obligó a la guerrilla a retirarse a la frontera con Venezuela para rearmarse. También animó al grupo a participar en sus primeras conversaciones de paz con el gobierno colombiano, que comenzaron en 1975.

Tras la Operación Anorí, Manuel Pérez, alias “El Cura”, junto con Nicolás Rodríguez Bautista, alias “Gabino”, tomaron el control del ELN. Ambos dirigieron la expansión del grupo hacia los departamentos de Casanare y Boyacá, cerca de la frontera con Venezuela, y Nariño y Putumayo, en el sur de Colombia.

Durante la década de 1990, la reputación violenta del ELN creció, incluso mientras participaba en negociaciones de paz fallidas en 1994 y 1998.

En 1995, el grupo provocó la ira del gobierno venezolano tras matar a ocho militares en Apure. En 1999, el ELN secuestró a 190 personas en una iglesia del oeste de Colombia, en lo que sigue siendo el mayor secuestro de la historia del país. El grupo también secuestró un avión comercial, lo obligó a aterrizar en una zona remota del sur de Bolívar y secuestró a sus pasajeros.

Estos acontecimientos situaron al ELN en el centro del conflicto colombiano y lo convirtieron en objetivo de otros grupos armados. La creciente presión de las fuerzas de seguridad colombianas, junto con los ataques de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), así como su relación antagónica con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), obligaron al ELN a abandonar algunos territorios en Colombia y a aumentar su presencia en Venezuela. Allí, el ELN encontró un anfitrión dispuesto en el entonces presidente Hugo Chávez en 1999, abiertamente amigo del ELN y las FARC.

La creciente presión sobre el grupo llevó a los comandantes del ELN a replantear sus estrategias financieras, militares y políticas en diversas partes de Colombia. Varios frentes del ELN se aventuraron hacia nuevas economías criminales, como el narcotráfico y la minería ilegal, que se convertirían en fuentes de ingresos cruciales para el grupo guerrillero.

Aunque en un principio el ELN se opuso a involucrarse directamente en el narcotráfico, la transformación del conflicto armado colombiano y el debilitamiento de la guerrilla llevaron a varios frentes a implicarse en el cultivo de coca.

Algunas estructuras del ELN recaudaban impuestos de campesinos y narcotraficantes, mientras que otras se involucraron en la producción y el tráfico internacional de drogas, especialmente en la frontera entre el departamento colombiano de Norte de Santander y el estado venezolano de Zulia.

El ELN participó en otra ronda de conversaciones de paz fallidas con el gobierno colombiano entre 2005 y 2007, que se frustraron debido a los desacuerdos entre ambas partes y al debilitamiento de la relación del gobierno colombiano con Venezuela, que actuaba como facilitador.

Entre 2005 y 2010, el enfrentamiento entre el Frente de Guerra Oriental del ELN y las FARC afectó gravemente a ambos grupos. Al final, las guerrillas firmaron un tratado de paz, y el ELN reforzó su posición a lo largo de la frontera con Venezuela.

En 2014, el ELN reanudó las negociaciones de paz con el gobierno del presidente Juan Manuel Santos. Las conversaciones fueron paralelas a un proceso de paz con las FARC (2012-2016) que finalmente condujo a la desmovilización de las FARC a principios de 2017. Las conversaciones de paz con el ELN continuaron brevemente bajo el sucesor de Santos, Iván Duque, pero colapsaron en 2019 después de que la guerrilla atacara una academia de policía en la capital, Bogotá.

Con buena parte de las FARC desmovilizadas, el ELN se posicionó para llenar los vacíos territoriales dejados por su antiguo rival. El grupo aumentó su participación en las economías criminales de Colombia y Venezuela, favorecido por la actitud indulgente del sucesor de Chávez en la presidencia de Venezuela, Nicolás Maduro.

El ELN consolidó su presencia a lo largo de la frontera entre Colombia y Venezuela, controlando los cruces clandestinos utilizados para el contrabando y el tráfico de migrantes. El ELN también profundizó su participación en la minería ilegal, con el beneplácito de sectores militares y políticos leales a Maduro.

A medida que Venezuela empezó a desempeñar un papel cada vez más central para la insurgencia colombiana, los altos mandos decidieron trasladarse al país vecino.

El ELN comenzó a operar como una guerrilla binacional. En Colombia, sigue centrado en controlar territorio, luchar contra el gobierno y construir bases políticas, todo ello en nombre de su tradicional revolución. En Venezuela, las simpatías ideológicas del ELN y sus alianzas estratégicas con el gobierno chavista lo han llevado a funcionar como un grupo paramilitar, coordinando operaciones con las fuerzas de seguridad, interfiriendo en las elecciones y ayudando al gobierno a controlar zonas clave.

En 2022, un ELN fortalecido reanudó las conversaciones de paz con el nuevo presidente colombiano, Gustavo Petro, con Venezuela como garante. Los diálogos de paz han sufrido importantes altibajos, pero en mayo de 2024, las partes acordaron el primer punto de su agenda de paz, lo que supuso el mayor avance de todos los diálogos de paz con el ELN. 

Liderazgo

El ELN tiene una estructura confederada, en la cual sus frentes de guerra mantienen cierta independencia operativa y financiera. En cuanto a las decisiones políticas de la guerrilla, cuentan con un órgano de dirección llamado Comando Central (COCE), compuesto por cinco comandantes que se encargan de tomar las decisiones más importantes del grupo.

Luego está la Dirección Nacional (DINAL), un órgano integrado por 23 representantes elegidos por los ocho frentes de guerra, los cuales, a su vez, están liderados por un comandante, un cabecilla político y un cabecilla militar.

Actualmente, Eliécer Erlinto Chamorro, alias “Antonio García”, es el comandante en jefe de la guerrilla, acompañado en el COCE por Israel Ramírez Pineda, alias “Pablo Beltrán”, el comandante político y jefe negociador; Rafael Sierra, alias “Ramiro Vargas”, el comandante encargado de los asuntos internacionales; Jaime Galvis Rivera, alias “Ariel”, el comandante financiero, y Aníbal Giraldo, alias “Pablito”, el encargado de las relaciones entre el COCE y los frentes de guerra.

El Frente de Guerra Nororiental Manuel Pérez Martínez (FGNO) tiene influencia en el departamento de Norte de Santander y en el estado Zulia, en Venezuela. Actualmente, es liderado por Leonel Salazar Roa, alias “Gonzalo Satélite”. 

El Frente de Guerra Norte (FGN), con influencia en los departamentos de La Guajira, Cesar, Magdalena y Atlántico en Colombia, y Zulia y Táchira en Venezuela, actualmente es liderado por alias “El Poeta”.

El Frente de Guerra Oriental Manuel Vásquez Castaño (FGO) tiene influencia en los departamentos de Arauca, Boyacá, Vichada y Casanare y en los estados de Apure, Táchira y Amazonas, en Venezuela. Alias Pablito fue el comandante del frente hasta 2016 y es uno de sus representantes más importantes.

El Frente de Guerra Jesús Darío Ramírez Castro (FGJDR) tiene influencia en el departamento de Antioquia y en el sur de Bolívar. El frente fue comandado por Gustavo Wilfredo Vásquez Castrillón, alias “Pirry”, hasta su muerte a principios de 2022.

El Frente de Guerra Occidental Omar Gómez (FGO) tiene influencia en los departamentos de Chocó y Risaralda. Fue liderado por Ogli Ángel Padilla Romero, alias “Fabián”, hasta su muerte en 2021, y actualmente es comandado por Enilce Oviedo Sierra, alias “Martha” o “La Abuela”.

Algunos frentes no tienen un comandante claro, como el Frente de Guerra Suroccidental Carlos Alberto Troches Zuleta (FGSO), con influencia en los departamentos de Nariño y Cauca, y el Frente de Guerra Central (FGC), con influencia en los departamentos de Tolima, Risaralda y Antioquia.

Por su parte, el Frente de Guerra Urbano Nacional Camilo Torres Restrepo (FGUN) podría tener células en las principales ciudades de Colombia, como Medellín, Barranquilla, Bogotá y Cali. Sin embargo, su accionar ha sido menos llamativo que el de los otros frentes. El presunto comandante del FGUN es Jaime Galvis Rivera, alias “Ariel” o “Lorenzo Alcantruz”.

Geografía

El ELN opera en al menos 231 municipios en 19 departamentos de Colombia y en ocho de los 24 estados de Venezuela.

En Colombia, sus principales bastiones se encuentran en los departamentos de Chocó, Norte de Santander y Arauca.

En menor medida, pero con posiciones estratégicas, el ELN también está en los departamentos de Antioquia, Bolívar, Cauca, Valle del Cauca, Nariño y Vichada. Estos departamentos son claves por sus cultivos de coca, la producción de cocaína y los corredores transfronterizos hacia Ecuador y Venezuela.

En la frontera con Venezuela, los principales Frentes de Guerra son el Nororiental y el Oriental, los cuales han usado su fortaleza en la región para aumentar su presencia dentro de Venezuela en los últimos años.

Los estados venezolanos donde el ELN tiene mayor presencia son Zulia, Táchira, Apure y Amazonas. En esas zonas, la guerrilla se asentó en municipios fronterizos que le permiten controlar economías criminales y garantizar la movilidad entre Colombia y Venezuela.

El ELN también ha extendido su presencia a estados en el centro y este de Venezuela, como Bolívar, Anzoátegui y Guárico.

Aliados y enemigos

El ELN ha enfrenado un gran rango de enemigos, desde grupos paramilitares hasta insurgencias.

Uno de los principales enemigos del ELN en Colombia son las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC). En Antioquia y Chocó mantienen una disputa territorial desde 2018 por el control de zonas clave para el narcotráfico y la minería ilegal, y las AGC han incursionado exitosamente en áreas de control tradicional del ELN.

En Valle del Cauca, Cauca y Nariño, el ELN compite con varias estructuras de las disidencias de las FARC adscritas al Estado Mayor Central (EMC) por el control de la producción de coca, rutas de narcotráfico, ganancias de la minería, y otras economías criminales importantes. 

Para poder hacer frente al EMC —que cuenta con más combatientes y mejores armas—, el ELN estableció una alianza con la Segunda Marquetalia, otra facción disidente de las FARC, en el suroeste de Colombia. 

En la frontera Colombo-Venezolana, entre Arauca y Apure, el ELN se enfrentó al Frente 10 de las ex-FARC mafia, una facción alineada con el EMC. 

En 2019 se reportaba que ambos grupos habían hecho acuerdos de no agresión en los departamentos de Arauca, Boyacá y Casanare. Sin embargo, en 2022, el Frente 10 y el Frente Domingo Laín del ELN empezaron a enfrentarse en Arauca y Apure, en un conflicto que involucró a las fuerzas de seguridad venezolanas y a elementos de otra disidencia de las FARC: la Segunda Marquetalia.

Desde 2018, la Segunda Marquetalia estableció acuerdos con el ELN en suelo venezolano con el objetivo de definir una repartición territorial, pactos de no agresión y división de las rentas criminales.

En Norte de Santander y Cesar, dos departamentos colombianos ubicados al este de la frontera con Venezuela, el ELN desplazó al Ejército Popular de Liberación (EPL) y pasó a ser uno de los grupos más poderosos en la zona. En esa misma región, la guerrilla tiene un acuerdo de no agresión con las ex-FARC del Frente 33.

Por otro lado, las alianzas más importantes del ELN en Venezuela son con segmentos de las autoridades de ese país, las cuales le permiten actuar con cierta libertad en su territorio. Esta relación es aún más evidente en los estados fronterizos con Colombia, donde la guerrilla se relaciona con agentes de las fuerzas de seguridad y autoridades políticas.

Perspectivas

La expansión del ELN a Venezuela ha reforzado su estatus como una de las principales amenazas a la seguridad en América Latina.

Actualmente, la guerrilla mantiene negociaciones de paz con el gobierno colombiano. Pero la estructura federada del ELN ha complicado las negociaciones, ya que algunos frentes de guerra desafían las órdenes del COCE. La resistencia del ELN a renunciar al secuestro -un eterno punto de fricción en anteriores negociaciones- también ha supuesto un obstáculo.

El ELN se encuentra en uno de los momentos más fuertes de su historia, lo que le confiere una gran influencia en las conversaciones en curso. E incluso si las negociaciones son fructíferas, muchos miembros del ELN se niegan a entregar las armas y siguen implicados en actividades delictivas.