Según un informe reciente, el grupo criminal más grande de Colombia está ampliando su alcance y amenaza con entorpecer los procesos de paz del gobierno con otros grupos criminales.

El reporte publicado por el International Crisis Group en marzo describe cómo las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC) se han convertido en el mayor grupo armado que no participa actualmente en negociaciones formales bajo la bandera de la iniciativa Paz Total del presidente Gustavo Petro. El informe manifestó la posibilidad de que las AGC pudieran interferir en los diálogos de paz de otros grupos, e incluso sabotearlos, a medida que se expanden y luchan por territorios de valor estratégico.

Con unos 9.000 miembros, las AGC son el grupo criminal más numeroso del país y obtienen ingresos adicionales del tráfico de armas, la minería ilegal, el tráfico de migrantes y la extorsión en muchos municipios de la costa Caribe colombiana.

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Petro ha conseguido entablar conversaciones con otros de los principales grupos criminales del país, como el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y el Estado Mayor Central (EMC) de las ex-FARC mafia. Recientemente, Petro anunció negociaciones con la Segunda Marquetalia, otro grupo de disidentes de las FARC. 

Poco después de la publicación del informe, Petro abrió la puerta a una “negociación legal” con la AGC, que el grupo aceptó públicamente con la condición de que las negociaciones sean un proceso político, similar al de otros grupos implicados en Paz Total, en lugar de un sometimiento a la justicia, que podría implicar sanciones penales más duras.

InSight Crime habló con la autora del informe, Elizabeth Dickinson, sobre la posibilidad de entablar conversaciones de paz con las AGC, así como sobre algunas de las principales conclusiones del informe:

InSight Crime (IC): ¿Cree que las AGC están realmente interesadas en participar en estos diálogos?

Elizabeth Dickinson (ED): Sí. Las AGC están en desventaja frente a otros grupos, pues permanecen al margen de los acuerdos de cese al fuego. Por ejemplo, en el Sur de Bolívar, donde el EMC, el ELN y las AGC luchan entre sí, los militares solo tienen como objetivo a las AGC. Esta limitación estratégica en el campo de batalla es probablemente su mayor incentivo a corto plazo para sentarse a la mesa.

Dos objetivos a más largo plazo impulsan también la voluntad del grupo de entablar conversaciones. En primer lugar, existe un fuerte deseo de legitimidad, que viene dado por tener un puesto en la mesa de negociaciones con el gobierno. En el fondo, este grupo no entiende por qué es el único grupo armado importante de Colombia que está al margen del proceso de paz. Y teniendo en cuenta el nivel de control y sofisticación que han obtenido en los últimos años, sus líderes están resentidos por no haber sido incluidos en estas conversaciones.

El segundo objetivo es la clemencia judicial. El éxito de las conversaciones de paz podría implicar una posible reducción de las penas a cambio de proporcionar testimonios veraces. El Congreso tendrá que establecer los términos concretos de este acuerdo, pero esta propuesta tiene especial interés para los miembros de la organización interesados en encontrar una salida a esta situación de violencia perpetua.

Los combatientes de menor rango dentro del grupo —chicos jóvenes de entre 18 y 24 años, que a menudo se unieron buscando oportunidades de trabajo— sienten que la realidad que han encontrado no es la que esperaban. No es necesariamente una vida muy feliz la que se vive en las filas de este grupo, expuestos a la violencia, en entornos difíciles y lejos de casa.

Dicho esto, cierto nivel de incumplimiento o de intereses delictivos continuará entre los mandos medios, que quizá no tengan los mismos incentivos para participar en el proceso de paz.

IC: Las AGC han perfeccionado la práctica de “monetizar el control territorial” beneficiándose de todas las actividades económicas, lícitas e ilícitas, en las zonas donde son el actor dominante.  ¿Dónde está intentando el grupo ampliar su control y por qué?

ED: Si miras un mapa, puedes entender exactamente por qué se están expandiendo donde se están expandiendo. Yo señalaría tres zonas.

Nota editorial: La presencia territorial de los grupos criminales cambia constantemente. Este mapa, de noviembre de 2023, se basa en el trabajo de campo de InSight Crime y varía ligeramente de las respuestas de Dickinson.

La primera es la costa del Pacífico. Este grupo tiene la ambición de controlar ambas costas porque si una ruta de narcotráfico cae, la otra queda abierta, y hay acceso a diferentes mercados internacionales desde varias rutas. También piensan que esto aumentará drásticamente su influencia política. Desde su bastión en Urabá, Antioquia, se han expandido hacia el sur a través del Chocó. Ahora están en el Bajo Calima, al otro lado de la bahía de Buenaventura, y es probable que continúen su expansión hacia el Valle del Cauca, donde les interesa el control de las rutas fluviales y el acceso a los ingresos de la extorsión procedentes de una economía industrial muy lucrativa a las afueras de Cali, en Tuluá y Buga.

El segundo foco son las zonas mineras de Bolívar, Antioquia y Cesar. Es evidente que están relacionadas con la minería de oro, un producto muy atractivo para todos los grupos armados de Colombia, sobre todo teniendo en cuenta que el mercado de la coca está un poco desorganizado. En estos lugares están expulsando sistemáticamente al ELN de sus bastiones en las zonas mineras.

La última zona de expansión, basándose en su posicionamiento estratégico, parece ser el Catatumbo, Norte de Santander, donde se encuentran las mayores concentraciones de cultivos de coca, minas de carbón, producción de aceite de palma y el gran número de pasos fronterizos entre Colombia y Venezuela. Si lo lograran, dominarían el corredor desde la frontera venezolana, a través de toda la costa atlántica, hasta la costa pacífica, un enorme premio estratégico.

IC: En el informe, usted cita a un comandante de las AGC diciendo que se imaginaba a la organización “manteniendo su estructura y sus actividades comerciales ilícitas, pero haciéndolas menos violentas”. ¿Cómo se concilia eso con lo que quiere el gobierno a largo plazo?

ED: A corto plazo, todos los grupos armados de Colombia quieren mantener su control armado y sus negocios mientras reducen la violencia. Con el anterior comisionado de paz, la prioridad del Gobierno era reducir la violencia y abordar el aspecto del control territorial en una fase posterior.     

Pero si estamos desmovilizando a un grupo con tanto control territorial como las AGC y tantas raíces en la economía, el Estado debe estar preparado para abordar los vacíos dejados. Y hoy por hoy, eso simplemente no es posible. En las negociaciones con los distintos grupos criminales, la planificación debe comenzar ahora, desde una perspectiva militar, institucional y de servicios.

IC: Las AGC son uno de los varios grupos que se desprendieron de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) cuando la coalición se desmovilizó en 2006. ¿Qué ha hecho a las AGC más fuertes y resistentes que otros grupos surgidos de ese proceso, como los Rastrojos?

ED: Para entender su modelo de expansión, es crucial comprender la estructura de la organización. Comprende tres ramas: militar, económica y política. Esta estructura llega hasta el nivel de la calle. En cada pueblo de las zonas AGC, la comunidad puede señalar a quien es el jefe político, el jefe económico, etcétera. Su expansión pasa por la construcción de una base social, donde tienen un papel en organizaciones comunitarias como las Juntas de Acción Comunal (JAC), y controlan todos los aspectos de la economía, con la amenaza de la violencia latente en el trasfondo en caso de que alguien no cumpla.

Otro factor importante fue su relación con los terratenientes. Una parte de la clase política y económica prefiere convivir con este grupo antes que arriesgarse a exponerse a actores desconocidos, como el ELN, el EMC o las organizaciones criminales. Esas redes de terratenientes han sido fundamentales para la supervivencia de este grupo porque, en momentos de escasez económica, los terratenientes intervenían y se hacían cargo de los salarios de los miembros de AGC durante uno o dos meses mientras se recuperaban.

La otra cosa que es bastante diferente de grupos como los Rastrojos o algunas bandas urbanas es que la AGC no es urbana. Se trata de una organización fundamentalmente rural. Han elegido estratégicamente no hacer de las ciudades su prioridad. Esta no es una organización dentro de Barranquilla. Están sentados en el perímetro, dejando que las bandas de la ciudad se peleen mientras esperan a un ganador para decidir con quién trabajar. Existir principalmente en el campo les ha ayudado a evitar el escrutinio y las operaciones de seguridad.

IC: Según el informe, tras la captura de Dairo Antonio Úsuga, alias “Otoniel”, en 2021, el nuevo líder del grupo, Jobanis de Jesús Ávila Villadiego, alias “Chiquito Malo”, ha reforzado su control sobre la organización. ¿Cómo ha cambiado la estructura del grupo con este cambio de liderazgo?

ED: Una de las formas de expansión de este grupo fue a través de un modelo de franquicias, que sigue formando parte del ADN de la organización. A nivel local, los comandantes tienen autonomía sobre la extorsión y las economías delictivas de menor recaudación, aportando dinero a su bloque o frente específico. Pero los grandes negocios, como el narcotráfico y la minería, están dirigidos por el Estado Mayor.

Cuando Otoniel fue capturado, hubo dudas sobre si esta organización seguiría unida. Así que Chiquito Malo adoptó una postura agresiva hacia la consolidación, enviando a varios emisarios a toda la región para negociar con los distintos frentes y unirlos a todos. También ha reemplazado a comandantes locales y mandos intermedios en los casos en los que los enviados no fueron suficientes para conseguir que se adhirieran a la estructura.

IC: El mercado de la coca sigue siendo inconsistente en toda Colombia, con precios que varían considerablemente según la región. Sin embargo, el informe revela que los precios en el territorio de la AGC se han mantenido estables. ¿Cómo ha logrado esto las AGC a pesar de la caída de los precios en las zonas controladas por otros grupos?

ED: Hay varias hipótesis. La relación con el comprador es la explicación más poderosa de lo que está ocurriendo en el mercado. Las AGC tienen una relación de compra constante con los carteles internacionales, principalmente con el Cartel de Sinaloa en la costa atlántica, pero también con el crimen organizado europeo. En situaciones de exceso de oferta, como la que tenemos ahora en Colombia, donde hay demasiada coca, es un mercado de compradores, y los compradores eligen con quién trabajan. Y las AGC básicamente han ganado ese mercado de compradores.

Las AGC tienen algunas ventajas que las convierten en un candidato obvio. En primer lugar, sus territorios están consolidados. Son los únicos que participan en el tráfico de drogas en las zonas que controlan. Así, cuando los traficantes entran en una zona de las AGC para comprar coca u organizar un envío, no les preocupa, por ejemplo, qué grupo controla las rutas de salida ese día en particular. En cambio, en Nariño, un traficante puede tener que pagar cuatro extorsiones diferentes porque hay muchos grupos presentes.

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La segunda ventaja es el transporte. La infraestructura de la costa atlántica es inmensamente superior a la del sur de Colombia. La costa atlántica tiene la autopista Troncal del Caribe, puertos importantes en Barranquilla y Cartagena, y rutas fluviales desarrolladas.

En tercer lugar, las AGC han sido capaces de penetrar en las fuerzas de seguridad a nivel local, y esto es algo muy local, no es sistemático. Estamos hablando de una organización que puede comprar a funcionarios específicos dentro de la policía y el ejército, convirtiéndolos en proveedores muy consistentes.

En cuarto lugar, como tienen tanto éxito en el negocio de la cocaína, disponen de grandes cantidades de capital. Si un cargamento se pierde, las AGC garantizarán el pago al comprador. Esto también ayuda a explicar por qué los precios de la coca se han mantenido estables, porque incluso si el precio de mercado ha bajado, las AGC tienen el dinero para decir: vamos a pagar a nuestros cocaleros un poco más porque eso nos permitirá seguir siendo populares en estas zonas.  

Imagen principal: Un grafiti marca el territorio de las AGC en Acandí, Colombia. Crédito: Henry Shuldiner

*Esta entrevista se editó buscando mejorar la claridad y la fluidez.